Marimé Arancet Ruda
De cómo el mar entre orillas trae hojas del epistolario nunca escrito entre Iseo y Tristán
Escandido por la respiración de un Tristán yacente y por el nombre “jadeante” y “sibilante” de Iseo, que alza una voz también horadada de silencio, el texto asume el ritmo del deseo que no se concreta. El poema, de acuerdo con una larga tradición occidental, sabe nombrar la ausencia. Pocas veces tan evidente como aquí: lo inédito, lo transparente, lo distante, lo ajeno, lo vacío dicen del amor no consumado. Y es en la vacilación entre lo que se espera y lo que no se alcanza que se avizora el sentido en su plenitud.
Valeria Melchiorre
dice Marimé
Lo largamente privado ahora es público, a la fuerza, porque tengo hijos y porque estoy viva. Una biblioteca aterrizada en mi casa de niña, una máquina de escribir llegada también a modo de ovni y muchas horas de soledad sin ventana. Bueno, digamos que, finalmente, admito que la palabra es quien las construye. Y la luz, la lluvia, el viento, el frío y el calor sencillamente llegan. Y se van. Bienvenidos.